Madrugada eterna, reviviendo sueños en vela
Envuelta en aquella mirada tierna
De una madre buscando a su hija en espera
Por la oscuridad del portico entrando la luna llena
O será la estela, de su alma en llamas,
Como rema, el barco, como espera respuesta
En la húmeda noche, tal vez piensa que ya llega
Espera a que de pronto su mirar me ilumine,
O se ilumine en mi, fija en amoroso odio,
En lágrimas como estampidas, interminables
Como la cascada tibia en que se vean sumergidas
Y en la asumida espera, se mantiene viva ella,
La esperanza del regreso óptimo de la grandeza
Los últimos deseos de falta y superioridad,
Por ganar algo de supervivencia, sin saber que,
Por perder la verdadera violeta, la sincera
Absoluta, interminable, y pensar que aun no la vea
¿Será tal vez que no llegue nunca?
Ella, supone que no quiere, pero no sabe
Y la incertidumbre caza su presa
¿Llegará el día en que volver a hablarle pueda?
Con ansias lo necesita, como el agua salada
Como en la playa la imagina, interminablemente,
La desea, en pena, sigue observando entre las estrellas
Y si sus ojos cierra, la ve caminando, o llegando
Luego ni la conciencia le invita a pensar,
Tal vez ni pueda ver una gota e imaginará
Que está lloviendo y que algo tapo el cielo, las estrellas
Sólo le queda seguir mirando, creando con rayas, alocados,
Pintando los raros dibujos alocados, mirando puntitos,
Pensando y sintiéndola dentro, esperandola también por fuera,
Y arrepintiéndose de haberle hecho daño a su amada hija...