Sus genes, cada uno de ellos,
Sentía como absorbían
Mis días y mis noches,
Uno a uno,
Antes de la aurora
Empañando mis espejos,
Y mucho antes del arco iris
En el ocaso tras su ventana.
Su cuerpo se volvió crema
Con pétalos de rosa
Y el mio, en el paraíso.
Sus letras
No me dejaban pensar
Y se insertaban de a poco,
Pero de lleno en mi corazón,
Detrás sus ramajes quemaban
Guiando mi sangre,
De la mía a la de ella, una a una
Hasta dejarme en las nubes.
Aun impregnada
Escucho su piel en mis venas,
Su aroma, en mis tierras
Mis manos enfermas
Con tanta droga y, sus viajes,
El futuro fiel en el filo
De cada fantasma de su conciencia,
En su rostro felicidad perpetua, me congela,
Más que bajo las hojas volando
Entre relámpago y trueno, entre besos y tormenta
Más que esa vez, eterna...
Soy su marioneta,
Me sentencia, me cuelga
Y ya quiero que esté
Detrás de mi puerta.